miércoles, 4 de marzo de 2015

Una Loca Aventura

La génesis del Registro Automotor
Dr. Horacio Cañavate
Con una memoria envidiable, el Dr. Horacio Cañavate -hoy Encargado Titular del Registro de Quilmes N° 4, ingresado a la DNRPA con 19 años en 1964- nos recuerda en esta nota los inicios de la Dirección Nacional. Algunos nombres ya célebres, su estructura inicial y los 7 pasos requería la inscripción inicial de un automotor en el año 1964, cuando se puso en vigencia el actual sistema de registración nacional ("un proceso casi kafkiano"). En su texto, Horacio propone también se reconozca el 1º de Julio de 1964 como "Día del Registro".

"Es sabido que, en cualquier actividad, no es posible delinear, proyectar y desarrollar un promisorio futuro sin partir de un consolidado presente ni dejar de mirar al pasado con sus enseñanzas, historias y nostalgias. La actividad registral no se encuentra exenta a ello y es precisamente de esos tiempos pasados a los que hoy, habiendo transcurrido 50 años, quiero referirme pareciendo tan remotos pero a la vez tan vividos en la memoria y sentimiento de quienes fuimos actores de la epopeya.
Todo comenzó a fines del otoño de 1964, cuando un demorado decreto de 1958, el famoso Decreto N° 6582, por decisión de presidente Arturo Illia, siendo Ministro de Educación y Justicia Carlos
El Dr. Horacio Cañavate, celebrando el pasado año 2014 sus 25 años como
Encargado de Registro, en la Facultad de Derecho de la U.B.A. Sobre el 
fondo lo acompañan el Dr. Jorge Landau y el Dr. Alejandro Germano
Alconada Aramburu y Secretario de Justicia Roberto Billinghurst, comenzó a ser aplicado, naciendo la Dirección Nacional del Registro Nacional de la Propiedad del Automotor, cuyo primer domicilio fue un obscuro entrepiso de la calle Rivadavia 1523.
No es pretensión de esta nota explicar la revolución jurídica que generó la aparición del efecto constitutivo de dominio a raíz de la registración de los automotores, sino relatar algunas pinceladas, anécdotas y experiencias surgidas de la génesis de la pequeña repartición convertida en el gigante que es hoy.
La Dirección Nacional, a cargo de Ernesto Raúl Viglino, contaba con tres Departamentos: El Central, cuyo jefe se apellidaba Sivori, célebre por su clavel en la solapa, el Departamento Interior a cargo del inefable y querido Marcelino Alegre y  el Departamento Capital, a cargo de Teófilo Meana.
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